Gerard Morales. La adversidad como motor

Gerard Morales

Gerard Morales. La adversidad como motor

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iempre nos ha llamado la atención la sonrisa con la que termina cada prueba Gerard Morales. Este hecho nos sirve de partida para hablar con uno de los corredores con más experiencia de este mundo de las carreras de montaña. Repasando su trayectoria deportiva, hemos intentado conocer qué se esconde detrás del corredor de BUFF. Es ésta una conversación profunda sobre su gran pasión y su forma de entender este deporte y la competición.

 

Texto: Kissthemountain

Kissthemountain: El otro día al teléfono me comentabas en relación a la pasada Camí de Cavalls que simplemente el hecho de entrar en meta ya es suficiente motivo de alegría para ti. [Esta conversación tuvo lugar días después de que Gerard consiguiera un podio en la carrera menorquina]. Yo también compito en ultra y he hecho algún buen puesto en carreras no de tan primer nivel. Quizás no haya sabido gestionar la autoexigencia, pero para mí es difícil aplicar esto que me contabas. En alguna prueba que no iba en un buen lugar, he abandonado, o en otras no he llegado a meta satisfecho y, en cierta medida, no he disfrutado corriendo. Sin embargo, tú que has tenido éxitos muy importantes, dices que te conformas con llegar a meta. Además se te ve con esa sonrisa con la que sueles entrar…

Gerard Morales: Es verdad que en muchas ocasiones sales con la etiqueta de favorito y la gente te tiene en cuenta. Para mí ir a correr es una diversión, algo que me apetece y me fascina. Compito porque me gusta, no porque me obliguen. El simple hecho de cruzar la línea de meta es una satisfacción, no sólo en carreras largas, también en las cortas. Pero en las ultras sabes que pueden pasar mil cosas. El estómago, un esguince… Llegar a meta es el objetivo. Más tarde ya sí se podrá valorar si el resultado es mejor o peor. Hay mucha gente en avituallamientos esperando a que llegues. ¿Cómo nos les vas a dedicar una sonrisa? Incluso a la prensa y fotógrafos. No puedo poner mala cara. Llego, sonrío, y soy el tío más feliz del mundo. Por dentro estoy muerto en el 99% de las carreras que hago. No me queda nada. Sólo lo justo para sonreír y sentarme. Pero siempre estoy satisfecho. Quizás menos en UTMB que es una carrera que se me atraviesa, en el resto siempre digo que estoy contento, independientemente del resultado. No le quito importancia a la carrera por no haber llegado más adelante.

K: Es importante. Además, las carreras cambian. En el Campeonato de España en Ultra del Montseny [Gerard se proclamó campeón de España en esta prueba en 2016] muchos de los que ibais delante os perdisteis en cierto punto porque alguien quitó las cintas. Yo creo que llegué a ese lugar unos diez minutos más tarde. Nos quedamos parados unos cuantos. Al llegar al avituallamiento de Sant Esteve me encontré con muchos de vosotros. Tú no abandonaste y finalmente quedaste campeón. Esa cualidad de no ir buscando estar siempre delante ayuda.

G: Aquella carrera fue muy extraña. Crístofer Clemente iba destacado del resto un par de minutos. Al llegar a una intersección, había que bajar recto y no sé quién, creo que Jordi Gamito, sugirió ir a la derecha. Salimos disparados y cuando llevábamos un buen trecho nos dimos cuenta de que estábamos equivocados. La inercia nos hizo seguir. Llegamos a una pista que daba toda la vuelta. Yo sonreía y les decía que íbamos perdidos y que en la manta térmica llevaba 20 euros por si veíamos un bar, parar e invitarles a algo. Llegamos por casualidad al avituallamiento. Me acuerdo que me desabroché la mochila para abandonar. Me dijeron que iba el 20 o el 25. No lo quería dejar porque pensase que tenía que hacer un buen resultado, sino porque estaba muy decepcionado por haberme perdido. Fue Pau Zamora [Team Manager del BUFF Pro Team] quien me dijo que ya que había venido a correr, me lo tomara como un entreno y que igual adelantaba a unos cuantos. Te has levantado temprano, has hecho los entrenamientos, pues sigue… Le dije que estaba cansado de correr y muy desmotivado. Me recordó que no perdía nada. Y justo al oír eso, me dije que era verdad y que tenía que ponerme a correr. Jordi Gamito salió en ese momento disparado. Me abroché la mochila y le seguí.

K: Y fíjate…

G: Son de esas carreras en las que se alinean todos los astros. Empecé a adelantar gente. Era una carrera a cazar, no a que te cacen. Siempre tienes la motivación de ir a coger al siguiente. Me llegué a encontrar entre los cinco primeros. Era un Campeonato de España, Juanmi. Continúe haciendo la carrera pero ahora con el chip de competición.

 

Gerard Morales

 

 

K: Es esa actitud positiva que te comento.

G: Sí, conseguí motivarme. Pau Zamora me dijo que podía volver a entrar en carrera y me lo creí. Fui buscando dentro de mí. Otros también se habían perdido y continuaban en carrera. Pensaba en que había mucha gente por detrás que iría sufriendo más que yo sin contemplar el abandono. ¿Por qué iba a ser menos que ellos?. Gestioné muy bien la carrera, de avituallamiento en avituallamiento, hasta que me encontré con Pau Bartoló y Sebas Sánchez que eran los que iban delante. No me lo podía creer. Se me ponía la piel de gallina pensando que era un Campeonato de España y que podía hacerlo bien. Cuando me vi ahí, recuerdo que me obligué a luchar como nunca.

K: Tienes victorias en la BUFF Epic Trail, en el Ultra de Collserola, el mismo Ultra del Montseny, cuarto puesto en CSP, varios top ten en Ultra Pirineu. Imagino que cada una de estas carreras ocupará un lugar especial para ti. En una entrevista te oía decir: “he llegado a llorar corriendo una carrera, sólo por el hecho de pensar que tenía opciones de quedar entre los primeros o de hacer una gran competición”. Quiero enlazar estos dos hechos. Resultados y emociones. Me gustaría que me dijeras de qué carrera guardas mejores recuerdos desde un punto de vista emocional.

G: Te diría que cualquier año de Ultra Pirineu o Cavalls del Vent. Esa carrera puede ser muy emocionante por la gente que acude a verla. Es en casa y muchos me conocen. Sus ánimos me ponen la piel de gallina desde el minuto uno hasta meta. Nunca he llegado a entrar entre los cinco primeros. Séptimo, octavo…, pero para mí es una carrera de la que guardo excelentes recuerdos de cada año. Esta última edición de la BUFF Epic Trail también fue muy especial. Es una carrera de mi sponsor y equipo extremadamente dura. Han tenido que recortar varias veces por tormentas y diferentes motivos. Ya estuve un año a punto de ganarla, pero Sebas Sánchez me adelantó en los kilómetros finales. Lo vi tan cerca que me dije que sería la hostia cruzar la meta en primer lugar. Es de las más duras que conocemos. En esta carrera he llegado a llorar. Mi hermana siempre viene a ayudarme con los avituallamientos. Con ella tengo muy buena relación. Simplemente con verme sabe si voy bien o mal. A veces incluso intento no mirarla si estoy sufriendo más de la cuenta porque me emociono. No soy de fácil llorar, pero cuando corro las emociones florecen mucho. Los kilómetros de entrenamiento, lo que has sufrido, lo que has hipotecado para estar ahí… Carreras como BUFF Epic Trail o Ultra Pirineu son muy importantes para mí. También gané la Spain Ultra Cup que me ayudó mucho, sobre todo a creer más en mí, pero quizás no sea de lo que recuerdo con más satisfacción. También está la CSP que fue campeonato de España y donde llegué cuarto compitiendo con Miguel Heras y Miguel Caballero. Guardo muy buenos recuerdos, pero si tengo que hablarte de emociones, las mayores están en Ultra Pirineu y en BUFF Epic Trail.

 

“Siempre he dicho que cuando voy a correr prefiero que haga muy mal tiempo o mucho calor, que pasen cosas. Ahí se ve quién va preparado psicológicamente para aguantar una prueba de este tipo. Cuando las cosas se tuercen siempre saco ese punto”.

 

K: La foto de tu entrada en meta ganando la pasada edición de BUFF Epic Trail es brutal…

G: Es una explosión de sentimientos en la que sale todo. Tengo la foto ahora delante. Llego, aprieto la cinta y no la quiero soltar. Lo he conseguido. ¡Lo tengo después de tantos años de sufrimiento! Necesitaba ese momento para pensar y valorar. En ese instante me daba cuenta de que lo había hecho.

K: El año que hiciste segundo también fue el de unas tormentas tremendas, ¿no?

G: Casi todos los años, excepto el tercero que fue suave, la carrera ha tenido su épica. Es muy difícil de gestionar. Son muchos kilómetros por Aigüestortes donde es complicado correr. Subes a picos altos, las temperaturas bajan, puede haber tormentas eléctricas… A veces he llegado a pensar que me quedaba allí, sobre todo el primer año. Veía la tormenta eléctrica descargar delante de mí. Me daba miedo incluso de llevar los bastones. Pensé en tirarlos pero me habían costado muy caros… [Risas]. Me cayó granizo, la tormenta fue brutal…

 

K: Se te dan bien esas condiciones. En Cavalls del Vent de 2012 hiciste octavo y muy poco gente llegó. También fue extremo. Parece que cuando la cosa se pone fea, algo dentro de ti sale y te hace ser más competitivo.

G: Sí, Juanmi, tengo que darte la razón. Siempre he dicho que cuando voy a correr prefiero que haga muy mal tiempo o mucho calor, que pasen cosas. Ahí se ve quién va preparado psicológicamente para aguantar una prueba de este tipo. Cuando las cosas se tuercen siempre saco ese punto. Tengo que hipotecar muchas horas de trabajo para poder correr. Hay gente que quizás disponga de más tiempo. Yo no. Cuando voy corriendo me gusta que la situación se pongan fea porque ahí hay mucha eliminación de aquellos que no están dispuestos a sufrir en exceso. Además siempre pienso que la gente que viene detrás y que va a hacer muchas más horas que yo, sufre más. ¿Por qué no soy yo capaz de hacerlo? Y te digo una cosa… Me gusta ponerme al nivel de las chicas. Para que ellas abandonen tiene que pasar algo grave. Son mucho más duras que nosotros que nos detenemos a la mínima que la situación se tuerce un poco y el resultado no es el esperado. Las chicas, en cambio, siguen, no lo dejan.

K: Hemos hecho un vídeo en Penyagolosa sobre las mujeres. Lo publicamos en este mismo número. Échale un vistazo porque es muy bonito.

G: El otro día hablaba con alguien sobre mi pareja, Manu Vilaseca [También miembro del BUFF Pro Team]. Tiene un problema con los ojos. Se le entelan y se crea una capa blanca con la que no ve nada. Recuerdo verla llegar en Transgrancanaria después de todos los barrancos, a falta de unos 8 kilómetros, con otro chico, Joui Mouji, que iba haciendo la prueba con ella. Se fueron ayudando. Yo pensaba en cómo podía ser capaz de sufrir tanto y estar ahí sólo para poder llegar. A mí me pasa eso, que no veo nada, y no sé… Me cuesta mucho dejar las carreras, pero me diría que hasta ahí habría llegado. La he visto hacer muchas carreras así. Sigue y sigue. Para mí es un ejemplo. Ella y muchas otras que consiguen hacer cosas que nosotros no somos capaces.

K: Tienen un gen guerrero que no lo tenemos los hombres. 

G: Tienen las narices de continuar. Yo no sería capaz. Si tengo que correr con algún dolor, vale. Pero me dices que tengo que hacer 50 o 60 kilómetros caminando, y yo no puedo.

 

“El resultado fue lo de menos. Fue sólo supervivencia. En meta era uno de los tíos más felices del mundo. A Bagà he llegado varios años llorando. Llegar y sentarme solo para dar importancia a lo que he hecho…”

 

K: ¿Qué recuerdas de Cavalls del Vent 2012?

G: Pasarlo muy mal. Al llegar al Niu, en el kilómetro 15, no notaba las manos. El avituallamiento siempre se hace fuera y ese año tuvo que ser en una construcción que hay allí. Dentro también hacía mucho frío. ¡Era nada más que el principio! Habían avisado de que las temperaturas serían bajas y de que había altas posibilidades de que lloviera. Aquel año no obligaban a llevar mucho material. Yo no llevaba ninguna prenda Gore-Tex. En el Niu, no era hipotermia, pero no podía mover las manos y estaba muy mojado. Seguí corriendo y parecía que la cosa mejoraba. Pero antes del Pass del Gossolans diluviaba. Lluvia y granizo. Allí creo que me dijeron que Tòfol y alguno más que iban por delante tuvieron que abandonar por hipotermia. No les dejaron salir. Me quité la ropa que llevaba. No podía ni ponerme la camiseta porque estaba realmente mal. Conseguí cambiarme. Me decían que me lo tomará con calma. Salí y a los dos minutos otra vez estaba empapado y temblando. Hacía un frío y un viento indecente. Fue una de las carreras más bestias que he hecho. En Estasen me esperaban unos amigos y casi ni los reconocía. Esa carrera me marcó mucho. Lo pasé muy mal. Es lo que decíamos: de la flaqueza acabas sacando fuerza y terminas compitiendo. El resultado fue lo de menos. Fue sólo supervivencia. En meta era uno de los tíos más felices del mundo. A Bagà he llegado varios años llorando. Llegar y sentarme solo para dar importancia a lo que he hecho…

 

K: Además aquel año te esperaban en meta la gente de BUFF…

G: Sí. Ellos ya me habían pasado algo de material pero no oficialmente. Creo que todavía el proyecto del BUFF Pro Team no estaba muy constituido. Me acuerdo que ese año también corrí Sables con ropa BUFF, pero como te digo, no oficialmente. Al llegar ese año a meta en Cavalls estaban esperándome. En los metros finales tuve la habilidad de quitarme el cortavientos para que se viese la camiseta BUFF que me habían dado [Risas]. Se acercaron para felicitarme y proponerme entrar en el equipo. Enseguida les dije que sí. Estaba muy contento. Para mí ya sólo ir a carreras es un sueño, porque como te he dicho yo lo hago para disfrutar, pero cuando me dijeron que habían seguido mi evolución y me ofrecieron esta posibilidad… No me lo pensé ni un segundo. Fue un punto de inflexión en mi carrera deportiva. Me di cuenta de que si hacía las cosas un poquito bien, podía haber resultados.

 K: ¿Eres de los primeros del equipo?

G: Es lo que te digo. Todavía no era el equipo que es ahora. A partir de esos años empezaron a hacer un proyecto más serio que es lo que ha llevado a la situación actual: un equipo muy profesional con gente muy competitiva.

K: Estuve en Barcelona hace poco en la sede de BUFF cuando se hizo la presentación de la alianza entre SCOTT y el BUFF Pro Team para calzar a parte de sus corredores. Gerard, cambio de tema. Estamos hablando de los momentos, por así decirlo, positivos. Tu fichaje por BUFF, las emociones en determinadas carreras como el Campeonato de España, Ultra Pirineu o BUFF Epic Trail… Imagino que también habrás tenido momentos que hayan sido justo lo contrario. Este deporte exige mucho sacrificio como has dicho. Sacar tiempo de donde no lo hay, quitárselo a la familia o al trabajo… ¿Has tenido momentos malos en los que te hayas planteado dejar de competir?

 

G: Sí, he pensado alguna vez en dejar de hacerlo a un nivel tan exigente como el de ahora. Este deporte implica tener que dedicar muchas horas, en fines de semana, cuando el resto de amigos están por ahí de viaje o pasándolo bien. Es complicado. Muchas veces se me ha pasado por la cabeza el bajar la intensidad en las competiciones. Me ha ocurrido siempre después de UTMB que por lo que sea, no se me da bien. Un año me quedé en el kilómetro 135 porque se me hincharon los tobillos, los tendones, no podía seguir corriendo… Al año siguiente lo tuve que dejar mucho antes. Esa carrera siempre me ha dado que pensar. Incluso, te digo más, hay carreras de los últimos años en los que pienso que mi nivel no es el que era y que hacen que me plantee correr otro tipo de pruebas. Mi calendario ha ido cambiando. Prefiero no hacer temporada tipo Ultra Trail World Tour o Skyrunning, y girar a carreras que me motiven más. Este fin de semana hice Camí de Cavalls que no está dentro de ningún circuito, simplemente porque hacía años que me apetecía correrla y no podía por tema de calendarios. Sí, me he planteado dejar de competir, pero no de correr. Me aporta tranquilidad, satisfacción, bienestar. Cuando salgo a correr me siento a gusto conmigo mismo. Es mi día a día, lo que quiero. No creo que lo deje. Es como una filosofía de vida. Además, sigo motivado para seguir compitiendo tratando de dar lo mejor de mí.

K: ¿Qué diferencias hay entre aquel Gerard que en 2009 se paró a dormir en Sant Jordi en Cavalls del Vent y el de ahora?

 

G: Creo que en 2009 era un novato que no tenía ni idea de dónde se metía. Aquel año me apunté porque lo vi en un folleto y me planteé si yo sería capaz de aguantar una carrera de 85 kilómetros. Por aquel entonces no había tantas. No había hecho más de media maratón. Recuerdo ir a entrenar un día y que cuando llevaba un par de horas corriendo empezó a dolerme todo… Dudé de si sería capaz de hacer 85 kilómetros, pero claro, había pagado la inscripción y me obligué a ir pensando que tenía 24 horas para acabarla aunque fuera caminando. Me tuve que parar en Sant Jordi porque no tenía nada dentro de mí. Me iba cayendo. Metí los pies en el agua de Els Empedrats mil veces. Tuve que ponerlos junto a un fuego, pero salí y terminé la carrera. Aquel año me dije de no volver a hacer algo así más en la vida. Pensé que la gente no estaba bien de la cabeza. De aquel Gerard queda muy poco. Era muy inocente y el de ahora es mucho más inteligente. He aprendido muchas cosas después de tantas carreras y años. Ahora sé preparar y gestionar las carreras a pesar de que soy muy anárquico. Tengo mucha más experiencia, las entiendo mejor y las leo de una manera que antes era incapaz.

K: ¿Recuerdas tu primera carrera de montaña?

G: No… Quizás una en Moiá, aquí en casa. Una que hacían de 10 u 11 kilómetros. Siempre he jugado al tenis. Mi padre corría y hacía maratones. Él me ha exigido mucho. Es un tío muy duro. Me obligaba a levantarme más de un fin de semana a las siete de la mañana para ir a correr aunque hiciera viento, nevara o mucho calor. Tenía que ponerme un pantalón corto y correr durante una hora u hora y media. Iba muy mosqueado al principio, pero al volver me sentía bien.

 

K: Quizás te viene de ahí esa fortaleza para correr cuando las condiciones meteorológicas son malas. [Risas].

G: Los inviernos por entonces eran duros de narices… Un metro de nieve y mi padre sacándome de la cama para decirme que me pusiera un pantalón corto y arriba lo que quisiera… Llegaba con las cejas y pestañas congeladas. Quizás esto vuelve ahora cuando mientras compito lo estoy pasando mal. Si ya lo pasé de pequeño, por qué no lo voy a aguantar ahora que soy mayor.

K: Te oí en una entrevista antigua que decías que uno de tus puntos débiles en carrera eran los momentos en que se hacía necesario andar. Ganabas tiempo en otras partes de la carrera que luego perdías cuando la inclinación te obligaba a caminar. ¿Has mejorado ese aspecto?

G: Sigo careciendo de esta capacidad. Hay gente que anda muy rápido y me saca mucho en subida. No lo entiendo porque ya intento ir rápido. No sé cómo hacerlo. He mejorado pero no lo suficiente. Quizás me viene bien. En carreras de las de andar, tipo BUFF Epic Trail, en las que acumulas mucho desnivel durante la carrera y en los últimos kilómetros se puede correr, me va muy bien el no haberme exprimido en las subidas y así poder llegar con piernas al final. La gente que me conoce bien y que han competido conmigo sabe que en los kilómetros finales, si la carrera ha sido técnica, tengo gas, ese puntito de más. En avituallamientos intermedios de carreras duras, les comento a Pau Zamora o a mi hermana lo mal que voy, siempre me dicen que siga y que piense en mi gran final. Eso anima mucho.

K: ¿A quién admiras?

G: Soy poco de idolatrar. No me verás diciéndole a nadie que es una máquina. No me gusta esto. Cada uno compite y da lo mejor de sí, y ya está. Si tuviera que decirte a quién admiro y quién es un referente, no te diría Kilian. Jordi Gamito es uno de los tíos más duros que conozco. Él es un ejemplo. Se lo curra mucho. Guerrea en todas las carreras. Sólo le he visto una vez abandonar. Fue en ese Campeonato de España. Cuando me dijo que lo iba a dejar no me lo creía. ¡Si me lo dice otro…, pero Gamito! Creo que ha sido su única vez. También como ejemplo de lucha e intensidad te diría que mi pareja, Manu Vilaseca. Sé lo que le cuesta muchas veces salir por la vida que lleva. Es dura de narices. Para mí es uno de los mejores ejemplos. A lo fácil, sí, Kilian, D’Haene… Ellos son extraordinarios que realizan cosas increíbles, pero para mí es más importante lo que hacen Gamito o Vilaseca, porque sé lo que les cuesta, y a eso le doy más importancia.

K: ¿Hacia dónde va este deporte? Creo que en los últimos dos años ha pegado un gran cambio. Considero que el Campeonato de Mundo en  Penyagolosa será un punto de inflexión. Es bonito verlo, pero también genera ciertos temores.

G: Estoy de acuerdo con lo que comentas de Penyagolosa. Se han visto muchas selecciones y bien preparadas. El dinero está entrando porque es cierto que este deporte necesita retribuir al corredor de forma económica, como este año ocurre en UTMB. Las marcas y carreras tienen que reconocer este esfuerzo. Me parece bien, pero el dinero todo lo prostituye. El deporte en la montaña siempre ha sido muy limpio, más como aventura que por interés económico. Aún así  creo que es necesaria más involucración en este sentido de las marcas. Los corredores les dan mucho quizás por poco. El atleta debe salir favorecido. Hay gente que ha dejado de trabajar o lo hace a media jornada porque quieren competir en trail running, ya que ven un futuro. Este deporte ha crecido muchísimo. Cada vez somos más los que lo practicamos. No está de más que las marcas y carreras poco a poco lo vayan profesionalizando. A mí me gustaría que fuera olímpico. ¿Por qué no? Esto debe ser un aliciente para la gente joven que viene ahora.

K: Creo que lo veremos olímpico.

G: Yo creo que sí, pero hay mucha gente que dice que no. ¿Por qué no hacer que este deporte sea reconocido de esa manera? En Europa y en Estados crece en este sentido. ¿Por qué este deporte no puede ser profesional?

K: Nos espera un futuro apasionante. Además hemos tenido la suerte de haber elegido este deporte. Ha sido y es muy bonito ver cómo está creciendo.

G: Todos los que lo practicamos hemos contribuido a que crezca bien y debemos seguir haciéndolo así.

K: Hay que proteger este deporte.  ¡Un día me contarás de Labajakalaña…!

G: El azote del postureo. Algo totalmente necesario… [Risas].

 

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