Fernando Calvo. Guía de montaña. El oficio más bello.

Fernando Calvo, Rab

Fernando Calvo. Guía de montaña. El oficio más bello.

 

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ernando Calvo, guía asturiano de alta montaña, desarrolla principalmente su actividad en los Picos de Europa y en la cordillera cantábrica. Enamorado de su trabajo y de la historia y cultura de las montañas que le han visto crecer personal y profesionalmente, nos cuenta detalles de su vida, actividades, motivaciones y cambios en este mundo acaecidos en los últimos 20 años.

 

Texto: Alex Colomina | Kissthemountain.

 

Kissthemountain: Hola Fernando. Un placer quedar contigo para hablar. ¿Qué tal ha sido esta temporada invernal?

Fernando Calvo: Este invierno ha sido raro. No nevó hasta finales de enero y ha habido que adaptarse. El 30 de diciembre escalé el Naranjo y no nos tuvimos que poner los crampones para llegar a la pared. Se han hecho crestas de verano en invierno, como el Portillín, a mitad de Enero. Las tardías nevadas han supuesto una temporada extraña, pero finalmente hemos podido trabajar bien. Me considero privilegiado en este sentido. Llevo 20 años desarrollando mi labor de guía por aquí y hay clientes que reservan con mucha antelación y que repiten. En los Picos y en la cordillera cantábrica tenemos la suerte de que en los guiajes de alpinismo, los propios de un guía de alta montaña, las actividades están bastante cerca. Hay lugares en los Picos de Europa a los que no se llega tan fácil, como puede ser la norte de Peña Santa, pero otros, como la cara oeste de Peña Ubiña, están muy próximos. Se trabajan muchos corredores. Adaptándonos y jugando con las condiciones, ha sido una temporada buena.

K: ¿Y a nivel de actividad alpinística?

F: A nivel de actividad deportiva se han hecho cosas muy potentes. Aunque hoy en día parece que si no tienes redes sociales no existes. Pasa corriendo, escalando y esquiando. Hay gente muy discreta en los Picos haciendo cosas importantes. En Peña Santa se ha abierto una gran vía, en la noreste, por Fran Piñera. La gente le conoce como corredor, pero es un alpinista impresionante. Abrió una vía muy difícil, muy escasa de hielo y con muchos largos nuevos. Nosotros hicimos la integral del Cornión entera el 10 de Enero. La acabamos en Peña Santa y bajamos a los Puertos de Cuba. No ha sido la temporada de invierno ideal, pero la gente ha escalado.

K: ¿Cómo son los inviernos en Picos? Hay gente que los conoce en verano, pero no sabe lo que es estar allí arriba, en un sitio tan inhóspito, durante la temporada invernal.

F: Hay que tener mucha paciencia. Aquí se hace alpinismo porque te empeñas. Vas, miras, te preguntas si estará… Con el paso de los años te vas generando una idea de lo que puede estar bien según la evolución de la temporada. Ahora con las redes es más fácil conocer qué está en condiciones o con quién puedes hablar para que te informe. Mucha gente, incluso de aquí, dice que se va una semana a Alpes y escala más en hielo que por esta zona en todo el invierno. Y puede que tengan razón, pero si te gustan estas montañas y flipas con abrir un largo en cualquier rincón nuevo, ese día te vas a casa con un sabor que no te lo da repetir una vía en Alpes. Últimamente, hay poca gente que quiera perder el día. Porque puedes salir, ir a buscar algo y que luego no esté formado. No se lleva el querer arriesgarse a ese “quizás no hay nada”.

Pasión. Después de 20 años desarrollando su profesión como guía de montaña, Fernando Calvo no se imagina haciendo otra cosa. Transmitir todo lo que él ha vivido en su entorno es lo que más le apasiona. Ayudar a cumplir sueños a los demás. Amaneceres y atardeceres en cumbres, noches de refugio. Verano, invierno, frío y calor. Sin olvidarse del pasado, de la historia que hay detrás de cada fuente y de cada senda, pero a la vez adaptándose, aprovechando los avances de los tiempos que corren para el beneficio de todos. Pasado, presente y futuro.

 

 

Fernando Calvo, Rab

 

K: Con estas condiciones tan cambiantes es imprescindible conocer el entorno y estar el día adecuado para hacer la actividad.

F: El problema es que la escasez puede ser una trampa mental que te obliga a realizar una actividad un determinado día porque es cuando se puede, no porque sea el momento idóneo. Esta trampa es frecuente en los Picos. Ocurre en numerosas ocasiones y es peligrosa pues puede generar accidentes.

K: Después de tantas horas pasadas en las alturas, ¿cuál es tu primer recuerdo en la montaña?

F: A mí me llevaron al monte. Fue mi tía con el club de montaña. Me acuerdo bien. Tendría 10 u 11 años. Los miembros del club de montaña tenían una insignia grande, y para que te la dieran, el primer día te ataban dos globos hinchados a la mochila y tenías que llegar al final de la actividad con ellos intactos. Fue por la zona de Caso, viniendo de Brañagallones. Iba ya de vuelta con ellos, más contento que todo, y un paisano, para hacer la gracia, me los pinchó. Me tiré al cuello. Creo que me tuvieron que separar. Fue mi primera amargura en la montaña. Y no me dieron la insignia porque me habían pinchado los globos al lado del autobús [Risas].

K: ¿Cuáles fueron los siguientes pasos, tras esa experiencia agridulce, que te llevaron a ser guía de montaña?

F: El club organizaba con Erik Pérez, que tenía la Compañía de Guías de Cangas de Onís, cursos de formación. Ya sabes que en la historia del guiaje, los primeros fueron los pastores. Después hay un momento, en los años 40, 50 y 60, en el que aparecen los guardas del parque, los Martínez y tal, aunque también siguen pastores, como Remis, guarda de Vegarredonda. El salto se produce a finales de los 70, en los Pirineos y aquí. Hay una generación que ahora tiene sobre los 60 años -Miguel Ángel Vidal, los Garrido, la gente de Góriz, como Julio Armesto, Erik, Chamoso- que profesionalizan de verdad el guiaje. Ellos no viven en las montañas, sino que van a ellas a ganarse la vida profesionalmente. Entonces contrataron a Erik para que nos diera cursillos de técnica invernal. Nos llevaba a Urriellu en invierno. Pasábamos el puente de la Constitución allí con él. Yo tengo unos recuerdos increíbles. Nos subía a la cara norte de Ubiña. Eran cosas que hoy en día son un poco impensables ya que nosotros éramos menores de edad. Imagínate ir ahora con nueve críos a la norte de Ubiña… Erik no iba solo, sino que también nos acompañaban Anselmo, Luis u otros amigos. Aunque íbamos muy bien arropados, hoy sería impensable. Aprendimos muchísimo. El mundo ha cambiado enormemente en 25 años. Me empeñé en ser guía de montaña. Erik siempre tuvo mucha relación con el refugio de Urriellu que en los 90 ya llevaba Tomás. Todo el mundo se echaba una mano, ya fuera porteando o fregando. Formabas parte de aquello. Para un chavalín que estaba estudiando, ir allí y no pagar ya suponía ser alguien. Además, si porteabas te pagaban. Ese fue precisamente mi primer trabajo. Porteaba y bajaba la basura del Urriellu. En aquella época abría todo el año, pero en invierno las mulas no pueden subir. Imagínate las bolsas de basura acumuladas durante mucho tiempo. Así me ganaba mi primer sueldo.

 

K: Recuerdo mis años en el refugio Poqueira en Sierra Nevada… Cuando había que bajar la basura de todo el invierno no era precisamente lo más apetecible del mundo.

F: Mete las bolsas en una mochila y bájalas a Pandébano… ¡Recuerdo cuando alguna gota de la bolsa me caía por el gemelo! Yo encantado de la vida. Esos veranos fueron la manera de ir entrando en la rueda. No había muchos guías porque no había empezado la formación. Cuando ésta empezó en Benasque, saqué el primer nivel. En los veranos le echaba una mano a Erik con trekking de americanos.

Responsabilidad. El mundo vertical no es fácil. La escalada y el alpinismo no entienden de errores. Guiar en alta montaña significa asumir la responsabilidad sobre la vida de otra persona. Muchas actividades, muchas horas en la montaña, un gran conocimiento de las condiciones y las técnicas de progresión para aportar la seguridad que el cliente quiere recibir. Maestría. Una palabra poco usada, pero que resume bien lo que es esta profesión. Horas y horas de dedicación, solvencia adquirida con el paso de los años e ilusión por una constante evolución. Formación, experiencia y compromiso.

K: Te encabezonaste con ser guía desde bien joven.

F: Sí, pero mientras estudié una carrera, la de enfermería. Para mí, Erik es como mi hermano mayor. Le tengo mucho cariño. Aprendí la profesión con él. Yo soy de la generación moderna, pero de los que llegó a ella con mucho trabajado antes. Aprendí de esta manera, que no es la forma ideal, aunque también tiene cosas buenas. Erik, Chamoso y Cipri me apoyaron mucho. Me pasaban trabajo si ellos no podían hacerlo. De esto hace casi 20 años. Todo ha cambiado mucho. El mundo de las titulaciones y de los seguros era una utopía. La actividad guiada la hemos desarrollado nosotros. Y no sólo de alta montaña, que a veces parece que no vemos más allá de nosotros mismos, sino los guías en general. Ha sido una pelea. No hemos ganado la batalla, pero se ha avanzado mucho. Ahora hay mucha gente que entra en los cursos y dicen que la cosa está muy mal, pero no saben cómo estaba hace 10 años. Ni siquiera hay que irse a 20 años atrás.

“Creo que si algo nos caracteriza a los escaladores y alpinistas es la capacidad de renuncia a todo para prestar ayuda a los demás. Es muy diferente a lo que ocurre en el mundo que vivimos hoy donde es difícil encontrar este tipo de comportamientos, y que desgraciadamente podría ser considerado un inframundo”.

 

K: Yo llevo 10 años en este mundo. Soy joven y ya veo un gran cambio en los temas legales y la seriedad con la que nos tomamos este trabajo.

F: Hay locos, como en todos los sitios, pero ahora es muy raro que alguien sin titulación ni seguros se ponga a trabajar. A día de hoy a ningún empresario se le ocurre mandar a alguien sin titulación a hacer un trekking. Hace 10 años, eso daba igual. Va cambiando de manera progresiva, poco a poco. Los profesionales luchamos y nos empeñamos en que esto mejore.

K: ¿Cómo es la vida de un guía de alta montaña?

F: Yo soy un guía de alta montaña muy de pueblo. Estoy muy vinculado a esta montaña y salgo poco a trabajar fuera. Esta temporada voy a ir a trabajar dos veces a Alpes. Durante unos años sí que salí mucho. Iba a Nueva Zelanda, Turquía, Patagonia, Kilimanjaro… Eran actividades muy largas, de 25 días incluso. He estado unos años saliendo muy poco y ahora empiezo a moverme algo más. Soy sobre todo un guía local. Para mí es un orgullo. Donde trabajo mejor es en estas montañas. Si se me mete la niebla en Dobresengros me da completamente igual. Si lo hace en el Valle Blanco ya tengo que ir con más cuidado. El valor añadido del trabajo que aporto en los Picos de Europa, ya no sólo es el hecho de ayudar a no perderse, sino el conocimiento, la historia de estas montañas y la mía personal… También hay que empeñarse. Todo es lento y hay que tener paciencia. Yo tuve mucha suerte al empezar a trabajar en un momento en el que no había competencia. Comencé en 1999 y hasta 2006 no hubo ningún guía joven, por ejemplo, escalando el Naranjo. Arrancar ahora me parece mucho más jodido.

 

de guiaje en España que en Alpes. Muchos creemos que aquí a la gente le cuesta más pagar para que te lleven a la montaña.

F: Esto lo discuto a veces con compañeros. Aquí hay mucha clientela los meses altos, pero también algo durante el año. No puedes ofrecer lo que todo el mundo. A mí me faltan fines de semana durante el invierno para trabajar. Me reservan con mucha antelación. Suena pretencioso, pero tengo la suerte de llevar años trabajando aquí. En Pirineos también hay mucho trabajo. Martín Elorza, por ejemplo, trabaja todos los fines de semana. Va de aquí para allí porque tiene la mente muy abierta y, según condiciones, está dispuesto a hacer una actividad u otra. Para guiar tienes que estar toda la temporada atento. Muchas zonas están lejos, aisladas, y no hay gente todos los días por el entorno cercano para tener información.

K: ¿Qué le dirías a un joven que quiere ser guía y se está formando para ello?

F: Lo que me dijo a mí Dani Ascaso cuando suspendí las primeras pruebas de alta montaña: ponte a escalar. Si quieres ser guía de alta montaña hay que escalar; si prefieres de media montaña, anda y haz monte. Hay que hacer mucha montaña antes de enseñarle a alguien. Para ser guía de montaña, da igual la especialidad. Lo importante es la maestría. Y para llegar a este punto, tienes que haberlo hecho mucho. Cuando tienes 19 años no te das cuenta, pero más adelante hay veces que abruma la responsabilidad altísima que guiar conlleva. Muévete, escala, haz mucha montaña antes, sal fuera, y cuando hayas escalado mucho, entonces podrás llevar a gente. No es sólo trasladar a alguien del punto a al punto b, sino que tienes que aportar más cosas. También es importante aprender idiomas, sobre todo inglés, francés y alemán.

Evolución. Guía de montaña es una de esas profesiones idílicas. Algo mágico rodea este trabajo. Novelas y escritos nos trasladan a épocas de pioneros, de aventureros, pastores que acompañaban a marqueses y a científicos a cumbres y a lugares inaccesibles que sólo ellos conocían, por ser donde pasaban largas temporadas con el ganado. Poco a poco fue llegando el turismo, los tiempos cambiaron y empezaron a llegar a los valles jóvenes con ganas de conocer y de vivir en aquel entorno, mostrándolo a personas que en su tiempo libre querían subir a picos inaccesibles entre imponentes paredes. Llegaron los tiempos en los que la montaña empezó a verse también como un terreno de descubrimiento y de juego, no sólo de explotación de sus recursos naturales. Dos mundos que pueden convivir a la perfección y se retroalimentan. Profesionalización y lucha por el reconocimiento de su trabajo.

 

K: ¿De qué actividad o actividades guardas más cariño? Seguro  que tienes buenos recuerdos escalando con amigos o trabajando.

F: Nunca he trabajado de otra cosa. He ayudado en refugios y un día de enfermero, pero no he tenido otro trabajo. Mi ocupación siempre ha sido llevar gente a la montaña. Y esto es muy especial. Nosotros trabajamos con las vacaciones de la gente, con su tiempo libre que es escaso. Cada experiencia que les ofrezcas tiene que ser especial. Y a veces puede ser complicado cuando repites muchas veces una actividad. No es lo mismo hacer una vez el Naranjo que hacerlo 20. Yo no quiero hacer 20 Naranjos al año. Quiero que el décimo Naranjo que haga en septiembre siga siendo especial. Obviamente para mí no lo va a ser tanto como para la persona que sube por primera vez, pero tengo que ser capaz de sentir y darme cuenta de que para esa persona es extraordinario. Tengo muchos recuerdos de gente echándose a llorar en cumbre. Y yo soy una persona que se emociona. ¡Se me pega y a veces acabo echando yo el moco! Siempre me acordaré de un paisano emigrado a Madrid que lo había pasado muy mal allí. Se había quedado en el paro y había acabado regresando a Asturias. Para él, escalar el Naranjo era como volver a Asturias. ¡Los dos abrazados en el Picu llorando….! Como actividad, este invierno cuando hicimos la integral del Cornión. Es muy dura, larga y tienen que darse unas condiciones muy especiales. Nos salió muy bien. Ahí te acuerdas de los huecos que te empiezan a quedar al lado, de la gente que no ha llegado… Toco madera. El año pasado se mató aquí un chico que se llamaba Klaus. Le gustaba mucho el alpinismo. Estaba en la formación de guía. Hablábamos mucho por teléfono y ese tipo de crestas a él le llamaban la atención. La integral del Cornión era una actividad que él quería hacer. No sé si me estoy haciendo mayor, pero últimamente esas cosas me remueven. Me acuerdo de la gente que se me ha quedado. Llevaba unos años sin ir a guiar a los Alpes y la última vez que estuve allí fue con Román Bascuñana. Él ya no está y para mí este año volver va a sacar muchas cosas de dentro. Es la putada de este trabajo.

 

“Veo muy difícil encontrar a alguien para hacer actividad. Si escalas en la zona de confort y tienes un problema en una pared, te bajas, te vas al bar y te tomas una cerveza, pero en lo que yo hago, no puedes hacerlo. Tienes que convivir y seguir luchando, seguir cansándote, pasando hambre, frío y sueño”.

K: Un guía de montaña ayuda a cumplir sueños, lleva a gente a lugares a los que de otra manera no llegaría…

F: Tengo clientes de largo recorrido. Uno que ha salido casi 100 veces conmigo a lo largo de muchos años. Muchos que repiten. De 20 o 30 salidas a lo largo de estos años, tengo varios. Vas avanzando, miro fotos y me veo con cara de guaje y al otro con cara de joven [Risas]. Para mí no hay oficio más bonito que éste. Probablemente sólo lo supere ser maestro de críos, pero no lo sé porque nunca lo he sido. También es un oficio muy cabrón, porque  te tienes que mover mucho y eso hace que pases temporadas alejado de la familia. El tanto por ciento de separados en la profesión es altísimo. Es duro para el que se queda en casa. Tú te vas, sales a la montaña emocionado, pero la otra parte no lo pasa tan bien. Yo tengo un hijo de 10 años. Hay que gestionar la familia. Aún así, me costaría mucho trabajar en una oficina de ocho a tres. Prefiero la inestabilidad, ganar menos dinero, tener un coche de segunda mano y poder disponer de tiempo para mi familia y para escalar. El tiempo para hacer actividad es lo que me mantiene vivo. Saber que vamos a abrir esta vía o aquella otra, o al menos intentarlo…

 

K: ¿Cómo es tu relación con Rab? ¿Qué te aporta?

F: A las marcas les estoy muy agradecido. Tengo una relación muy buena. Yo no soy un alpinista esponsorizado. Sí que es verdad que a base de años en los Picos de Europa, puedo tener algo de reconocimiento o de visibilidad, pero en los mundos del alpinismo o de la escalada propiamente dichos, estoy con los paquetes. Mi relación con ellas es de trabajo.  Primero dando visibilidad, y luego colaborando mientras pruebo y opino sobre el material. En el caso de Rab es así. Uso sus productos y veo en qué podrían mejorar. Quizás detecto algo que me molesta cuando coloco un mosquetón en el arnés… Eso sólo lo ve el que lo hace con determinada chaqueta. Me gusta mucho y estoy muy agradecido. A veces la gente piensa que como yo llevo una camiseta de Rab, los que me ven van a comprar esas prendas como locos, pero no es así. Formas parte de esos engranajes que son enormes. Las dos partes estamos contentas y yo encantado de la vida. Lo valoro mucho. Con Rab es genial. También colaboro con Camp y Lowe Alpine. Llevamos ya muchos años juntos.

Sentimiento. Cuando transmites lo que sientes y esto es intenso, se convierte en una experiencia impagable. Una persona llega a una cumbre soñada durante años, montaña mítica donde las haya, y las emociones están a flor de piel. Ser parte de ese proceso y ayudar a que alguien esté allí arriba puede llenar de orgullo a cualquiera. Superarse saca lo mejor de la gente y las actividades en alta montaña nos hacen rebasar constantemente esa línea. Dedicarle la vida a lo que te apasiona, esforzarse, luchar por ello y transmitir esos valores a los demás.

“Cuando te has tirado un año entero preparando una expedición, no te quieres retirar a las primeras de cambio. Te das cuenta de que algo no está funcionando pero siempre te dices que seguro que vendrá mejor tiempo, que entrarás en calor, que la situación mejorará... Pero llega un momento en el que sabes que o bajas o las consecuencias pueden ser definitivas”.

 

K: ¿Cómo ves la evolución en la manera en que la gente afronta hoy la montaña? Es una cuestión de la que me gusta mucho hablar con quienes lleváis implicados años en este mundo. La ligereza y la información dan a todo esto un plus que antes no existía.

F: Es una evolución natural. El mundo ha cambiado mucho en los últimos 50 años. Hace 40, llegar a los Picos de Europa era bastante más complicado que ahora. No todo el mundo tenía coche, ni iban tan rápido, ni había las carreteras de hoy. Todo está mucho más fácil ahora. Ir al monte sabiendo el tiempo que va a hacer era impensable años atrás. Estaba Maldonado, y antes Mariano Medina. O el 902 de AEMET al que nadie llamaba. ¡En mi generación no teníamos dinero para pagarlo! [Risas]. Ahora hay mil aplicaciones que indican el tiempo en todo el mundo. Somos muchos. Esto es estadística pura. Mucha gente dice que han aumentado los accidentes por el efecto Kilian, Calleja o Decathlon, pero yo no lo veo así. Antes fue el efecto Tudela, o Al Filo de lo Imposible. Mi generación nos juntábamos a ver cómo salían tocando la flauta en el Cho Oyu y queríamos irnos allí de cabeza. Siempre ha habido una figura mediática y eso no provoca los accidentes. Lo que ocurre es que ahora hay mucha más gente. No conozco a nadie que quiera imitar a Kilian. Me parece mucho más peligroso el efecto Instagram y otras redes sociales de querer compartir al instante todo lo que se hace. La ligereza es una bendición: mejores mochilas, sacos que no pesan nada y que permiten dormir encima de la nieve, botas de mayor calidad, piolets más cómodos… La montaña se ha beneficiado mucho, y el que lo niegue es que no lo ha probado y quiere vivir en esa visión romántica. Hay gente de mi generación o mayores para los que parece que lo bueno era cuando se escalaba con la bota dura. No, el mundo ha cambiado y hoy hay gente que escala con bota dura, otros con pies de gato y muchos que van con zapatillas al monte. A lo mejor subir determinadas cosas con este último tipo de calzado no es la mejor opción, pero tampoco lo es subir por ciertos sitios con bota dura. La ligereza ha aportado mucho. Aunque pueda ocasionar ciertos problemas, ha sido una gran evolución.

K: ¿Y la masificación de la que se habla tanto hoy en día con esas imágenes de la cima del Everest colapsada?

F: Somos demasiados en el mundo. Lo del Everest es una tragedia. Sí, pero había dos tíos intentando abrir una vía en el corredor norte, paralelo al Hornbein, y allí no había colas. Hoy no hay 200 personas en el Everest. También es verdad que la carga emocional que le da la sociedad cuando lo sacan en la tele y en los medios es muy alta. Aquí pasa un poco con el Naranjo. Yo el domingo escalé allí solo, con 2 personas. Un fin de semana de mayo, cielo azul, con frío, pero con un tiempo buenísimo. Dicen que está masificado, que hay que regular. Hay sitios en los que han tenido que hacer algo. Al Mont-Blanc sólo puedes subir si tienes plaza en el refugio. Es que somos siete mil millones de personas en el mundo y cuando yo estudiaba en el colegio nos decían que éramos cinco mil. ¿Yo tengo derecho y los demás no? Es muy complicado, porque todos queremos ir y que no vayan los demás, pero no puede ser así. Hace años que se dijo… ¿Cómo conseguimos mantener el monte en “wilderness”? Pienso que alejando los accesos, obligando a caminar más, pero es muy complicado poner el cascabel al gato y nos cuesta cambiar. También hay intereses que complican la gestión del uso público.

K:¿Qué le dirías a alguien que no conoce los Picos de Europa, tus montañas, cuando venga a visitarlas?

F: Que no tenga prisa. Si vienes con urgencias, igual hace malo y no las ves. Le recomendaría que viniera con tiempo para conocerlas despacio. Los Picos son enormes. Es un macizo pequeño pero muy grande. Yo todos los años intento ir a algún sitio que no conozco. No te digo que sea todos los días, pero casi cada mes me sorprendo con alguna imagen que cuelga alguien en redes sociales. Los Picos tienen mucha historia y lugares espectaculares. Muchos paisajes de los que se ven tan verdes y bonitos son prados modelados por 5.000 años de pastoreo. Eso la gente no lo ve. Los pastores son los que dibujaron este paisaje que se decidió proteger hace 100 años y por los que ahora estamos en pelea.

K: Un placer este rato contigo. Sigue disfrutando y transmitiendo esa pasión sobre tu profesión y tu entorno durante muchos años.

F: Igualmente. ¡Que podamos disfrutar de lo que nos gusta durante mucho tiempo!

Fernando Calvo nos regala un tiempo de conversación maravilloso en el que nos empapa de su gran pasión y de esas ganas enormes de estar en la montaña, escalando con amigos o llevando clientes a que la descubran. Sus ojos transmiten sinceridad, orgullo y sentimiento. Vocación. No hay nada mejor que creer en lo que se hace y dedicar tu vida a ello. Motivación. Esa llama para mantenerse vivo en el incesante paso del tiempo, respetando el pasado, exprimiendo el presente y mirando de frente al futuro.

 

 

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