Dani Andrada. Escalar y vivir.

Dani Andrada. Escalar y vivir.

 

 

Texto: Álex Colomina | Kissthemountain. 

 

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ablar de escalada es hacerlo de Dani Andrada. Con 45 años, lleva más de 30 dedicando todo su tiempo y sus fuerzas al arte de trepar. Cualquier persona que lo conoce afirma que es la viva imagen de la motivación y la energía. En sus libretas ya figuran encadenados más de 4.000 octavos. Se dice rápido. Escalador insaciable, creativo equipador y, sobre todo, apasionado de todo lo que rodea el mundo de la roca. Tenemos el placer de compartir un rato charlando con una de las voces de referencia en la escalada a nivel mundial. Vivir y escalar, escalar y vivir.

 

Kissthemountain: Hola Dani. Espero que estés llevando bien el confinamiento.

Dani Andrada: Hola Álex. Bien, por Cornudella tranquilo. Al principio me encontraba mejor. Conforme ha ido pasando el tiempo no tanto porque no estoy de acuerdo con que el confinamiento sea igual para todos. Hay lugares en los que tiene sentido y otros en los que no. Si vives en la montaña, en un sitio en el que estás solo y no molestas a nadie, no entiendo estar obligado a quedarse en casa. Cuando llevábamos una semana confinados, mi hermano, desde Madrid, me decía que en el metro y en los autobuses había mucha gente… Y yo en casa sin poder salir. Me ha afectado un poco que se abuchee a la gente que sale a la calle como si fueras un delincuente. Ojalá nos preocupáramos igual por la gente que realmente hace daño y perjudica al mundo. La solidaridad no deja de ser miedo que tiene la gente. Todos los días comemos muy bien, tenemos de todo en casa mientras muchos en el mundo se mueren de hambre. Me provoca tristeza la situación. Ahora parece que somos solidarios y nos ayudamos; el resto del tiempo, no. Puse algo en las redes y me contestaban diciendo que era egoísta y que sólo pensaba en escalar. Sinceramente, no hablo de la escalada, sino de las personas y de la libertad. Yo saliendo ni voy ni me van a contagiar. Además, siendo objetivos, en estos pueblos no hay ningún caso positivo. En Reus y Tarragona hay 100 personas, y las UCI’s están vacías. Madrid y Barcelona son las que están saturadas. Y no todos los casos del mundo son iguales. No puedes poner todo por igual.

K: A ver si pasa rápido…

D: Empiezan momentos malos a nivel de crisis. La gente no sabe la que le viene. Creo que va a ser complicado. Hay que aprender a vivir con ello y ver qué va pasando.

K: Antes de empezar a escalar, durante tu infancia, ¿hacías algo de deporte?

D: Monté mucho en BMX durante una temporada larga. Era un fanático hasta que empecé a escalar. Lo dejé de forma radical. La bici me encantaba e iba cada día a hacer algo, pero cuando descubrí la escalada fue un enganche diferente.

K: Empezaste sobre los 14 años. ¡Cuánto tiempo dedicado a ello ya…!

D: ¿Quién me lo iba a decir? Incluso antes, con 12 años iba a un muro que estaba al lado de casa de mi madre, en la Cuesta de la Vega, a jugar un poco y a escalar con la gente de allí. La primera vez que fui a roca fue en Torrelodones.

K: ¿Qué recuerdas de las primeras sensaciones escalando? ¿Notaste que iba a ser la pasión de toda una vida?

D: En cuanto empecé a salir a la roca me obsesioné un poco. Iba a escalar mucho y fui descubriendo lo que eran los grados, las escuelas de escalada, los diferentes estilos… Comencé a conocer cada vez a más gente y me enganchó por completo. Me metí a tope en este mundo. En ningún momento pensé en ser profesional de la escalada ni vivir de ello. Ha sido un proceso natural. Pasaba mucho tiempo escalando. Mis padres siempre me apoyaron, aunque al principio pensaban que estaba loco. A los 15 años dejé de ir al colegio y a los 16 estaba trabajando en verticales para poder ganar algo de dinero e ir a escalar. Poco a poco empecé a competir, a ganar competiciones, a tratar con sponsors y a cobrar un poco de dinero. No buscaba nada y de repente me vi siendo profesional.

K: Tuviste la suerte de poder centrarte en lo que te gusta.

D: Vas viendo que se te da bien y encima disfrutando mucho. El primer día que fui a roca hice un 7a a vista. En esa época parecía que era algo, pero yo no sabía nada de grados. Me sonaba a risa. ¡Qué había hecho un 7a! No tenía ni idea [Risas]. Era como si me hablaran en chino.

K: Con el tiempo te darías cuenta de que eso no lo hace cualquiera.

D: Con el tiempo fui avanzando de nivel rápidamente y empecé a competir. Se me dio muy bien y llegaron los patrocinadores.

K: Has estado muchos años compitiendo a alto nivel, tanto en el ámbito nacional como internacional.

D: Fueron 12 años a nivel nacional y haciendo Copa del Mundo de dificultad y bloque.

K: ¿Con qué te quedas de todos esos años de competiciones?

D: Tengo muy buenos recuerdos. Mucha gente las critica. Nunca las preparé de manera muy específica, como se hace ahora, pero aprendí mucho de cabeza. Cuando eres un mal competidor puedes decir que las competiciones son una mierda. Pero cuando estás arriba, te salen bien y tienes la sensación de ganar es brutal. Yo cuando ganaba algunas copas de mundo de bloque pensaba que era mucho más flojo que los demás y había tenido suerte, que era una cosa de ese momento. Pero a la vez me sentía muy a gusto, aunque sólo fuera durante un día.

 

 

 

K: Esa sensación engancha y te hace volver. Es una competitividad sana con los demás.

D: Sí, me enganchó. Te preparabas de una vez para otra escalando, entrenando en algunos muros y te visualizabas intentando ganar otra vez. De todas formas, mi mundo de competición fue distinto al de ahora. Yo era un escalador de roca que hacía competición.

K: En todo el tiempo que competiste nunca dejaste de escalar en roca.

D: Sí que entrenaba para las competiciones en muro, pero nunca dejaba de ir a la roca. Muchos días escalaba en roca y después me iba al muro a entrenar. Nunca estuve más de tres días sin escalar por entrenar para una competición. En algunas, el día antes de competir estaba escalando.

K: Me lo creo [Risas]. En aquellos años la gente tampoco estaba tan focalizada ni entrenaba de manera tan específica como en la actualidad, ¿verdad?

D: En general, no. Había algunos, como François Legrand, Yuji Hirayama o François Petit que se preparaban de manera muy específica para competir, aunque no tanto como ahora. Alucinaba porque tuve la suerte de escalar con ellos en roca y son unos personajes que rendían mucho más compitiendo que en el medio natural. Hoy en día es lo normal, pero para mí era raro entrenar sólo para competir.

K: Diferentes modos de verlo. A ti te gustaba escalar y además competías; otros entrenaban para competir.

D: Algunos competidores entrenaban y sólo iban a la roca para quitar el estrés y desconectar. Para mí no era así. Yo iba a la roca a escalar. Competir era para probarme con los demás. Disfrutaba con las dos cosas, pero la competición no era un fin. Siempre me gustó mucho más la escalada en roca por el hecho de que estás al aire libre, viajas, conoces gente… Lo que me aportaba competir era simplemente intentar ganar.

K: ¿Qué te mantiene a día de hoy motivado y con pasión para seguir a tan alto nivel? Tus objetivos en estos 30 años escalando habrán ido evolucionando, con momentos más enfocados en unas cosas y momentos en otras. ¿En qué punto estás ahora?

D: Hoy en día, estoy en el punto de disfrutar de la escalada. Me gusta probar vías duras, pero si una temporada tengo que bajar el pistón, lo hago sin problema. Me gusta escalar y disfruto con lo que sea. En el confinamiento he aprendido una cosa muy interesante que no me había pasado nunca en mi vida.

 

 

No me apetece colgarme de las tablas si no sabemos cuándo podremos volver a escalar. Cuando escalo, me gusta entrenar, pero si no escalo, ¿para qué voy a entrenar? Ahí me doy cuenta de que me gusta demasiado escalar en la roca.

K: Tiene mucha lógica y es normal que te hayas dado cuenta ahora, porque nunca antes prohibieron escalar.

D: Y la motivación, en general, también ha cambiado a lo largo del tiempo. Antes buscaba más un avance de nivel, una superación. Ahora, una de las cosas que más aprecio de escalar es viajar, conocer escuelas, sitios nuevos, salir de Europa… Es lo que más me llena de la escalada.

K: Con las horas dedicadas a escalar a lo largo de tu vida te quedarán pocos rincones por descubrir

D: Sí que me faltan algunos sitios por conocer. Aquí aún tengo vías para hacer en Siurana y Margalef, pero el problema es que lo que me queda es demasiado duro. Siempre me ha costado enfocarme mucho en una vía y con el paso del tiempo aún más. Pienso que si tienes un nivel no hace falta probar una línea miles de días. Hay mucho por escalar en el mundo. Para mí, lo bonito es probar muchas vías diferentes. Por supuesto que me gusta rendir más, pero llega un momento en el que para hacer tu máximo sacrificas estar demasiados días probando lo mismo. Por eso viajar y conocer zonas nuevas me llena tanto.

K: Hablando con escaladores, siempre les suelo decir que admiro esa constancia y fortaleza de estar probando semanas y meses una vía, ensayando movimientos para encadenarla… Me parece impresionante.

D: Yo también lo admiro. En cambio, necesito hacer las cosas rápido y con facilidad. Si tengo que probarlas mucho, me limita. También me motiva mucho abrir vías. Cuando las abres siempre tienes nuevos juguetes. Abrir engancha mucho y es lo que me mantiene más activo con el paso de los años.

K: Además contribuyes a la comunidad y a la evolución de la escalada.

D: Como equipador siempre he sentido que se critica al que no equipa. Hay mucho ego. Es la parte mala. Mi opinión es que cuando abres una vía la pones para la comunidad y no te pertenece. Lo hacemos porque queremos. Nadie nos obliga. Te gusta equipar, pero no tienen que darte una medalla. Si quieres una, para eso están las competiciones. Se critica al que no equipa y yo no lo haría. Lo mejor es que no lo haga todo el mundo. Si fuera así, imagínate. En mi caso, al poco tiempo de escalar me puse a equipar. Probé rápido todas las modalidades de la escalada porque siempre he sido muy inquieto. Al principio no me enganchó tanto, pero cuando me vine a Cataluña, equipar me fascinó casi lo mismo que escalar. Hoy en día no equipo tanto como escalo, pero casi. Siempre estoy intentando buscar líneas, sectores nuevos…

K: ¿Cuál es el sitio más peculiar o raro en el que has escalado?

D: La primera vez que fui a China, a la Cueva de Getu que ahora está tan de moda, todo me sorprendía. Antes no había nada, 10 vías en todo el valle. Fue uno de los sitios más raros que vi nunca. El pueblo, el valle, una cultura tan distinta… Me impresionó la vida y la gente. Llegabas a aquellas cuevas, todo lleno de arrozales, y tú te colgabas cuando la gente no tenía casi para comer… Es un sito muy peculiar.

K: ¿En qué te ha ayudado la escalada en tu vida?

D: La escalada me lo ha dado todo en la vida. Es mi pasión y mi trabajo. He aprendido tanto… Si no escalara, no sé cómo sería. Los viajes, la gente…  La escalada son tantas cosas. Mi manera de ser me la ha dado la escalada.

 

 

Nunca sabré cómo habría sido sin haber descubierto todo esto.

K: Cualquiera que te conoce sabe que eres la imagen de la motivación y la pasión por escalar. Es estupendo transmitir eso. Tú lo haces.

D: Es curioso porque eso no tiene entrenamiento. Me sale de manera natural. Llevo muchos años escalando y está claro que no es como al principio, pero me encanta buscar nuevos sitios y sectores. Una cosa buena que tiene escalar es que hay un abanico de posibilidades muy grande. Para mí no es como nadar o correr, que al final puede llegar a ser monótono. Escalando tienes vías en pared, estilos de escalada muy diferentes entre ellos, fisuras, desplomes, búlder… Son muchas variantes. Es difícil aburrirse si te gusta. Viajar, ya es de por sí una fuente de motivación, y si además es para escalar, pues mucho mejor. Es una pequeña aventura llegar al sitio nuevo, conocer el pueblo, a la gente…

K: Dani, siempre te he visto vinculado a Petzl. ¿Cómo es tu relación con los patrocinadores?

D: A nivel internacional, empecé con ellos en el año 2000, pero antes, en 1994, lo hice en el ámbito nacional. ¡Han pasado días! [Risas]. Estoy muy agradecido. Yo les he dado lo que he podido y ellos lo han percibido así y siempre me han tratado muy bien sin pedirme nada a cambio. Yo tengo mi pasión, he mantenido un buen nivel y estoy muy contento con su trato. Gracias a ellos he podido escalar toda la vida, de momento. No sé cuánto durará, aunque espero que sea mucho tiempo. Intento tener otros ingresos, porque nunca se sabe. Guías, equipar competiciones… El mundo de los sponsors no es fácil. Yo tuve suerte, seguramente porque fui de los primeros en la escalada en España. Nunca me he sentido presionado, ni siquiera compitiendo. Siempre fue todo muy natural. Ahora lo veo más en la gente. Tener que hacer cosas por los patrocinadores… Ha cambiado mucho ese aspecto. Las redes sociales, visibilidad, seguidores…

 

 

A mi todo eso siempre me ha dado igual. En la vida hay que ser, no aparentar.

K: ¿Qué les dices a los jóvenes escaladores que te recuerdan a ti cuando tenías 18 o 20 años y te ven como un referente?

D: Trato mucho con jóvenes. Me gusta pasar tiempo con ellos. Tienen cosas buenas y malas. Les pido paciencia, que crean en ello y avancen poco a poco. Hay muchos jóvenes que van por muy buen camino en España. Hay que aprender a vivir despacio. La gente quiere avanzar muy rápido con los grados. Algunos me dicen que quieren ser profesionales porque escalan 9a, pero las cosas no son un número. Todo va más allá. Escalar es una trayectoria. Otros piensan más en la imagen que en la pasión real. Lo que va a tirar para adelante es la motivación. La gente antigua también me supone mucho respeto. Los pioneros… No es lo mismo verlo ahora que echar la vista 30 años atrás. Cuando empecé, en España apenas había muros de escalada, y ahora los encuentras donde quiera que vayas. Imagínate hace 50 años… Todo ha cambiado. Unas cosas para mejor y otras para peor. Se supone que el nivel seguirá subiendo porque hay más medios.

K: Los que suben ahora crecen con tu aportación, igual que tú creciste con la de la gente que te enseñó. Ellos evolucionarán y la escalada irá avanzando.

D: Exacto. A veces tengo la impresión de que falta gente inquieta entre los jóvenes. Creo que como hay tantos medios, la gente se acomoda. Si no los hubiera, tendrían que buscarlos. Cuando llegué a Lleida, hubo un momento en el que me quedé sin vías. Cogí la máquina y empecé a equipar y a buscar nuevas escuelas. Si quería evolucionar, tenía que buscar nuevos retos. Si ahora quieres hacerlo, no lo necesitas porque ya hay demasiado. Tienes que ser muy inquieto para abrir nuevos senderos. Seguro que en el futuro buscarán abrir nuevos horizontes. Siempre habrá un camino.

K: Dani, un placer hablar contigo. Da gusto escuchar a alguien con tanta experiencia a sus espaldas y que dedica la vida a hacer lo que más le gusta.

D: Igualmente, Álex. También para mí.

 

La trayectoria de Dani Andrada es impresionante. Mantener un nivel tan alto a lo largo de los años es lo complicado. Siempre se dice que lo difícil no es llegar, sino mantenerse. Trabajar desde la pasión y la humildad, derrochando energía e ilusión. Atraes lo que eres. Oír hablar a Dani de escalar y de jóvenes es un lujo. Avanzando, sin esperar nada y disfrutando todos los días. Así forjó Dani Andrada su historia. Una historia muy viva. Creando afición, repartiendo motivación. Escalar y vivir.

 

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